Son muchas las empresas que acuden a nosotros con el temor y la duda a la hora de enfrentarse a la apertura de los mercados de Asia Central y Cáucaso, especialmente desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Cuál es su sorpresa cuando nuestra respuesta es totalmente opuesta a lo que pueden esperar en la mayoría de los casos. Y es que este conflicto ha generado un cambio “positivo” en el epicentro de los negocios en los mercados CEI, dispersando el liderazgo de Rusia en la región, en favor de estos países de su entorno, generando así múltiples oportunidades desde inicios del año 2022. Es evidente que nadie desea una guerra, pero la realidad es que este desafortunado evento ha posicionado a la región de Asia Central y Cáucaso en la agenda de todos los organismos, instituciones, grandes empresas y líderes políticos de la gran mayoría de los países a nivel global, por su importancia geoestratégica y económica.
Las razones son las siguientes: en un contexto de escasez energética, creciente proteccionismo y disputas comerciales, los países de Asia Central y Cáucaso (Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Georgia, Azerbaiyán y Armenia) se consolidan como una alternativa estratégica para el comercio global. Además, con un crecimiento económico sostenido por encima del 5% anual, estos frecuentemente desconocidos mercados ofrecen estabilidad, dinamismo y acceso a recursos clave en un momento en que las relaciones comerciales con mercados como EE. UU. se ven afectadas por amenazas arancelarias y regulaciones cada vez más estrictas. Finalmente, los acuerdos preferenciales de los países del Cáucaso y centroasiáticos con la Unión Europea, así como las constantes mejoras en las infraestructuras de transporte, facilitan un flujo comercial más ágil que antaño, reduciendo costos y burocracia para las empresas que buscan diversificar sus socios estratégicos.
A nivel geoestratégico tenemos que considerar otros aspectos clave. Uno de los sectores más afectados por las tensiones comerciales actuales es el energético, que tras el conflicto ruso-ucraniano ha elevado significativamente los costos para el consumidor europeo. En este escenario, los países de Asia Central y Cáucaso representan una oportunidad para optimizar el abastecimiento de energía y materias primas, permitiendo a los estados europeos reducir su dependencia de mercados volátiles y garantizar precios más competitivos a largo plazo. Este aspecto no ha pasado desapercibido para los dirigentes europeos interesados en establecer acuerdos bilaterales y multilaterales de suministro de hidrocarburos, minerales, materias primas críticas y tierras raras.
En el ámbito de la conveniencia de hacer negocios en la zona, Asia Central y Cáucaso representan una gran oportunidad, en especial para el sector industrial español dada la actual etapa de expansión y modernización que experimentan estas economías. Algunos de los subsectores que ostentan mayor potencial en la región son:
- La energía tradicional con muchos proyectos vinculados a este campo dado sus abundantes yacimientos de hidrocarburos;
- Las energías renovables;
- La industria minera, con grandes reservas de metales y minerales estratégicos (además de tierras raras y críticos);
- La agricultura, en pleno boom en países como Uzbekistán o Kazajstán;
- El sector manufacturero, impulsado por bajos costos de producción y un entorno favorable para la inversión extranjera;
- Y las infraestructuras de transporte, aguas y gestión de residuos.
A nivel estadístico, las exportaciones industriales representan el mayor sector importado por Asia Central por delante del consumo, agroalimentario y bebidas. En 2018, el valor total de las exportaciones industriales españolas a la región fue de 150 millones de euros, aumentando progresivamente hasta alcanzar los 200 millones de euros en 2024. Dentro de estas exportaciones, los principales productos fueron la maquinaria y equipos mecánicos (40% del total, con un valor de 80 millones de euros), químicos (25%, con 50 millones de euros) y materiales de construcción (15%, con 30 millones de euros). De entre los países que componen Asia Central, Kazajistán se posiciona como el principal receptor de maquinaria industrial española, con importaciones por valor de 50 millones de euros, seguido de Uzbekistán (20 millones de euros), Turkmenistán (10 millones de euros), Kirguistán (8 millones de euros) y Tayikistán (7 millones de euros).
En cuanto a la región del Cáucaso (Azerbaiyán, Georgia y Armenia), la evolución de las exportaciones industriales también muestra una tendencia positiva, pasando de 100 millones de euros en 2018 a 140 millones de euros en 2024. Los productos más exportados incluyen maquinaria y equipos mecánicos (43% del total, con 60 millones de euros), productos químicos (25%, con 35 millones de euros) y material eléctrico (14%, con 20 millones de euros). Azerbaiyán lidera la importación de maquinaria industrial española en la región caucásica, con compras por valor de 35 millones de euros, seguido de Georgia (15 millones de euros), y Armenia (10 millones de euros). Estos países han experimentado un incremento en la demanda de maquinaria industrial debido al desarrollo de su infraestructura y modernización del sector manufacturero. Además, la creciente cooperación comercial y las buenas relaciones diplomáticas entre España y los países del Cáucaso ha facilitado un mayor flujo de bienes industriales, beneficiando a ambos mercados.
Por otro lado, es importante destacar, el desarrollo progresivo de la ruta de transporte que une Europa y Asia a través del Trans-Caspian Transport Corridor. Esta ruta no solo reduce tiempos y costos de transporte, sino que también fortalece la competitividad de la región como un corredor comercial alternativo a las rutas tradicionales que atraviesan Rusia o Irán. A medida que las infraestructuras mejoran y el comercio con la región sigue en expansión, las empresas que apuesten por estos mercados estarán mejor posicionadas para enfrentar los desafíos globales y consolidar su liderazgo en el comercio internacional.
En definitiva, Asia Central y Cáucaso son opciones seguras y consolidadas para un mundo donde las dificultades comerciales y las tensiones geopolíticas son cada vez más frecuentes. Los tiempos actuales empujan a las empresas exportadoras a adentrarse en nuevos mercados, a priori complejos y desconocidos, pero que arrojan infinidad de oportunidades y en en los que a menudo encontrarán menor competencia. Es una apuesta que sin duda tendrá un retorno positivo.