NET: Boletín Internacional de las Cámaras de Comercio de Aragón

nº 264, del 21 al 27 de abril
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Alimentación

El conflicto se inició ya en marzo de 2013, cuando el Kremlin suspendió temporalmente la autorización a la mayoría de las empresas alimentarias con licencia para la exportación de estos productos. Pero se reaviva ahora cuando la situación, lejos de arreglarse, va a peor, teniendo en cuenta la escalada de la tensión a raíz del conflicto en Ucrania. Rusia está dando largas, se niega a realizar los controles que ella misma reclama y levanta así un muro contra los alimentos europeos.

Y en toda esta pelea, la mayoría de los países comunitarios, como España, pagan los platos rotos. Es lo que sucede, por ejemplo, con la carne de cerdo, pese a que en el interior de sus fronteras no se han detectado ningún brote de peste porcina africana. Y todo ello sin olvidar, según insisten desde la Comisión Europea, que se han propagado desde Bielorrusia o incluso desde la propia Rusia.

Denuncia oficial

Ante este trae y lleva de acusaciones y la imposibilidad de alcanzar un acuerdo bilateral, el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, ha terminado por dejar en manos de la Organización Mundial del Comercio el conflicto, alegando que "no existe ningún motivo para que Rusia mantenga el veto a la importación de porcino europeo". 

Así, mientras Rusia se mantiene en sus trece, la Unión Europea ve cómo cae en saco roto el negocio que Rusia y la Unión Aduanera -que ésta formada con Bielorrusia y Kazajistán- supone para las exportaciones de carne de cerdo de sus Estados miembros, que no es ni más ni menos que una cuarta parte.

Pero el problema va mucho más allá de la carne de cerdo. Según fuentes conocedoras de este litigio, consultadas por elEconomista Alimentación, en España todo empezó en marzo de 2013 cuando inspectores rusos detectaron un incumplimiento de la normativa rusa en algunos empresas hasta entonces autorizados para exportar no sólo productos de porcino, sino también de vacuno e incluso pescado y lácteos. Aquello dio lugar a limitar las autorizaciones a un número muy pequeño de empresas, que se han ido levantando con cuentagotas. 

Seis meses después, las autoridades rusas eliminaron las suspensiones temporales a los establecimientos productores de alimentos para animales que desde el Gobierno español se les propuso, tras una inspección realizada por las autoridades oficiales competentes de España. En diciembre de 2013, Moscú eliminó además la suspensión temporal para tres establecimientos de porcino que desde esa fecha pueden exportar productos elaborados curados. Y más recientemente, el mes pasado, Rusia levantó la suspensión Móscú para nueve establecimientos españoles del sector lácteo, fundamentalmente productores de queso. 

Pero todo lo demás sigue bloqueado y lo peor es que esos progresos se truncaron con los polémicos brotes de la peste porcina, con los que Moscú volvió a cerrarse en banda prohibiendo la exportación de carne de porcino fresca desde cualquier país de la Unión Europea. Y es que, según sostienen las mismas fuentes consultadas, los acuerdos comerciales con Rusia se basan en un memorando de entendimiento con la Unión Europea, en donde hay un margen muy estrecho para la negociación bilateral. De ahí que pese a los síntomas positivos que el Gobierno español ha conseguido acumular en sus relaciones comerciales con Rusia, el caso de la peste porcina africana ha sido como un jarro de agua fría para el sector cárnico español, pese a que ese problema no es nacional. 

Aún así, el Gobierno, según fuentes conocedoras de este caso, lleva trabajando en todos los ámbitos con las autoridades competentes, tanto nacionales como de las Comunidades Autónomas, además de con las empresas para establecer un sistema de garantías reforzado que sea satisfactorio para las autoridades rusas. 

En esta línea, desde hace un año, el Gobierno habría puesto en marcha varias reuniones con las autoridades de Moscú, planteando un programa de control que le fue presentado ya a Rusia en mayo de 2013. Un programa que antes del brote de la peste porcina africana resultó satisfactorio para la industria alimentaria española, aunque no del todo. Y es que si bien se eliminaron las restricciones a empresas de alimentación animal, algunas cárnicas y algunas lácteas, lo cierto es que las restricciones seguían existiendo antes de los casos de la peste porcina.

Fuente: elEconomista.es